23 de junio de 2010

Duermete niño...duermete ya

Has pasado varias noches en vela porque a tu pequeño le cuesta dormirse y cuando lo lográ se despierta en medio de la noche. Pues entonces quiero compartir con ustedes la entrevista que le hicieron a el doctor Gonzalo Pin, coordinador de la Unidad del sueño del Hospital Quirón de Valencia. Los consejos que da son interesantes para solventar el problema. Aquí dejo la entrevista.
¿Es cierto que los bebés y los niños pueden ser susceptibles de sufrir insomnio?

Es importante reconocer de entrada que con el sueño tenemos dos situaciones en los niños: problemas con el sueño y enfermedades del sueño. Las primeras son desviaciones de la normalidad que no responden a una enfermedad biológica de base y los segundos son alteraciones derivadas de una enfermedad (física o psíquica). En este sentido, el insomnio infantil es en gran medida un problema con el sueño y no una enfermedad. El insomnio infantil se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño y esto conlleva consecuencias para el niño y su entorno. Es cada vez más frecuente en nuestras sociedades occidentales, si bien no debe confundirse con las expectativas exageradas de algunos padres respecto a la rapidez en dormirse y la duración del sueño de los niños.

Hay niños que con 5 o 6 años, ya mayorcitos, se despiertan en medio de la noche y no se vuelven a dormir, ¿qué les ocurre?

Las causas pueden ser múltiples y diferentes. No debemos olvidar que el sueño forma parte de las 24 horas de vida y todo lo que vive el niño influirá en su calidad de sueño. Independientemente, existen algunas circunstancias que pueden interrumpir el sueño como los trastornos respiratorios durante la noche, los movimientos periódicos de las piernas, algunas parasomnias (pesadillas, terrores del sueño, sonambulismo…) por lo que, si esta situación es frecuente o conlleva que el niño se encuentre más cansado o soñoliento por el día convendría consultar con su pediatra.

¿Por qué hay bebés y niños a quienes les cuesta conciliar el sueño? ¿Qué factores pueden influir?

El sueño es una realidad biológica altamente influenciada por las pautas educativas familiares. Es decir, el dormir es una necesidad biológica que está enmarcada en unos hábitos. Al igual que ocurre con el comer: tenemos unas necesidades básicas de sueño o de comida tanto en tiempo como en calidad, pero el modo en el que comemos o dormimos viene dado por los hábitos que aprendimos de niños en casa.

La ausencia de unas líneas educativas relacionadas con el sueño, la falta de límites educativos claros en cuanto a los horarios y lugares, el no conceder al sueño la importancia que tiene, no dar a nuestros niños la oportunidad de dormir lo que ellos necesitan, unido a cierta predisposición constitucional (temperamento difícil) del propio niño son las causas más frecuentes de las dificultades con el sueño.

Hay, incluso niños que duermen durante el día y se muestran activos durante la noche, ¿es normal?

La organización del ciclo vigilia- sueño se realiza durante los primeros 6 meses de la vida y está condicionado por factores tanto interiores del niño como exteriores al propio niño. Entre los interiores destaca el papel de una sustancia llamada melatonina que tiene una presencia variable a lo largo del día en la sangre del bebé. Aumenta al final de la tarde con lo que induce al sueño y disminuye por la mañana con lo que se induce la vigilia.

Entre los exteriores destaca la exposición a la luz. La luz, a través de los ojos, va haciendo (también actúan otros actores como la temperatura, horarios…) que, precisamente se establezca este horario de secreción de la melatonina con lo que se favorece el sueño nocturno y la vigilia diurna. Podemos facilitar o empeorar este desarrollo con la exposición o no de los niños a la luz de la calle por la mañana, el establecimiento o no de unos horarios de comidas, paseos… de vida en el niño….

Son casos muy excepcionales los de los niños que no pueden tener a partir de los 6-7 meses de edad una distinción entre el día y la noche (esta situación es muy frecuente en los niños invidentes por la ausencia de influencia de la luz). Lo más frecuente es la ausencia de rutinas adecuadas para facilitar este desarrollo.

Debemos tener en cuenta además que contrariamente al adulto, cuando un niño está falto de sueño se muestra más inquieto y nervioso, más activo y a más cansancio mayor actividad que generalmente acontece por la noche cuando los adultos necesitamos descanso y tranquilidad. El nerviosismo que ocasiona esta situación en los adultos hace que se la transmitamos a los niños con lo que cerramos el círculo vicioso.

¿Cuántas horas debe dormir un niño como mínimo? ¿Es obligatoria la siesta cuando los niños son pequeños? ¿Y si éstos no duermen bien por la noche?

Cada niño tiene sus propias necesidades de sueño. De la misma manera que los padres conocemos que hay unos “percentiles” de edad y de talla para cada edad, también los hay en relación con el sueño. De todas formas podemos decir que desde las 17 h que duerme por término medio un recién nacido hasta las 9 horas que necesita un adolescente, lenta y progresivamente se van reduciendo las horas de sueño.

Mención a parte merece el tiempo dedicado al sueño de siesta que es fundamental para el buen desarrollo del niño y que debería ser escrupulosamente respetado hasta al menos los 5 – 6 años de vida. En este sentido, es necesario reconocer que el tiempo dedicado al sueño varía mucho de niño a niño, de manera que hay unos que necesitan siestas de 10 minutos escasamente mientras otros las requieren de 90 minutos.

Niños o bebés que sólo se duermen en brazos de la madre o en la cama de los padres... ¿Es esto una solución?

Los bebés son listos y responden a lo que nosotros le enseñamos. Si desde el nacimiento les indicamos que para dormirse es necesario estar del brazo de los padres, ellos obedientemente exigirán esta situación para dormirse y cada vez que se despierten por la noche (normalmente una media de 3-5 veces cada noche). En realidad, lo importante es reconocer que nosotros los padres tenemos la obligación de ofertar un horario y un lugar donde el niño debe decidir si duerme o no.

¿Hasta qué punto es recomendable crear en el niño unos hábitos de sueño saludables? ¿Qué aconsejaría a los padres que se enfrentan todas las noches al mismo problema de “Mi hijo no quiere dormir”?

El establecimiento de unos hábitos saludables de sueño es parte integrante de la educación. Como en otras muchas cosas, según aprendamos a dormir en nuestra primera infancia dormiremos casi toda la vida.

Respecto a qué hacer cuando nuestro hijo no quiere (diferente a no puede) dormir, el primer consejo es consultar con su pediatra de atención primaria, el segundo mantener la calma y no sentirse culpables, el tercero mantener la calma, el cuarto mantener la calma… y el quinto seguir los consejos de su pediatra para establecer una adecuada higiene de sueño.

Hay un montón de métodos publicados que pretenden ayudar a los padres en esta labor, uno de los más conocidos es el Estevill; ¿realmente funciona? ¿Qué recomendaría usted?

Lo realmente importante es que exista una línea educativa. En realidad no hay un método bueno y otro malo: lo mejor es el que más se adapta a la idiosincrasia de la familia y al temperamento del niño. El método de extinción gradual aplicado por el Dr. Estivill es un método conductual que es eficaz en un montón de situaciones educativas, de las que el sueño no es una excepción, pero tanto su indicación como su aplicación deben adaptarse a cada situación en particular.

El último consenso de la Academia Americana de Medicina del Sueño termina diciendo que todavía no existen evidencias científicas suficientes para indicar siempre un determinado método conductual pero que sí existen evidencias científicas suficientes que apuntan a que es necesario aplicar uno siempre que sea necesario.

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